LA PAZ DE DIOS

Estas cosas les he dicho para que tengan paz. De antemano, les he revelado las dificultades y el mundo tan oscuro que por causa de mí tendran que afrontar. Pero no teman, si confían en Mí vencerán —Jesucristo.

En el inicio del capitulo 16 de Juan, Jesús da una cruda advertencia a sus seguidores: Que después de su crucifixión «los perseguirán y hasta los matarán». Y esto lo harían por causa de su nombre. Por el mero hecho de que son cristianos, y que este mundo no soportaría su indiferencia hacia las cosas vanales que les ofrece, y tampoco entenderían la fidelidad con la que sirven y viven para la Verdad.

Algo totalmente incomprensible y descabellado para un mundo en tinieblas.

Asi, este antagonismo ha sido un fíel estigma para todo aquel que tiene como meta vivir piadosamente. La cultura, la educacion publica, el pensamiento general son el polo opuesto del Evangelio, y a su vez enemigos de los seguidores de la Cruz. Y aunque, esto resulta en una guerra donde se sufre y se experimenta mucho dolor, Jesús tambien nos dijo: «En estos momentos deben confiar en mi para su salvación».

Si, el sufrimiento nos prueba, y a su vez es el fuego que nos refina para hacernos como el maestro, y convertirnos en personas aptas para el cielo.

La tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.

Dios quiere que aprendamos a confiar en El en todo tiempo, sobre todo en los momentos dificiles, porque esto revela la genuinidad de nuestra fe.

Luego nos dice: Estas cosas les he dicho para que en mi tengan paz.

Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo».

Juan 16:33 NBLA

La paz que experimentamos no debe provenir de nuestras circunstancias, de lo bien que nos va en la vida, porque si asi es, cuando venga la tribulación la perderemos. Nuestra paz en cambio, debe venir de Jesús. De descansar en sus promesas, nuestro refuguio es el Dios de Jacob, y si esto es cierto en nosotros, recibiremos la paz que sobrepasa los limites de la razón, y que nos mantiene firmes y serenos en la adversidad, porque aguardamos en aquel que controla todos los eventos, y sabe lo que es mejor para cada uno de sus siervos.

Si descansamos en la verdad, de que Dios ha ordenado las dificultades por las cuales hemos de ser probados,  y asi también ser preparados para la eternidad con El. Obtendremos la victoria sobre las pruebas y una paz que nos mantiene inquebrantables ante cualquier evento, porque hemos recibido la fuerza para vencer que proviene del cielo.

Así que toma aliento, espera, y encuentra la paz en la esperanza bendita que tenemos en Cristo. Porque aunque difícil es la prueba, todavía un mejor mañana está por venir para los que confían en Dios.

TRANSPARENTES CON DIOS

Dirige a los humildes en la justicia, Y enseña a los humildes su camino. Salmo 25:9 NBLA

Nuestra fidelidad a Dios no se mide por nuestras palabras sino por nuestras acciones. No es tanto lo que decimos sino lo que hacemos lo que revela la genuinidad de nuestra devoción. Nuestra obediencia a Sus preceptos y nuestra sinceridad, hablan mejor ante Dios que los muchos y elaborados enunciados que pudiéramos utilizar para expresarle amor.

Dios demanda que tengamos una relación genuina con El. Esto es de confianza, honestidad y fidelidad en todos los aspectos de nuestra vida. El quiere que nos rindamos completamente, que nos mostremos delante de El sin reservas, a cara lavada. Que nos descubramos tal y como somos ante su mirada, y que así, con nuestros defectos y virtudes le adoremos de manera sincera y franca.

No tiene ningún sentido guardar las apariencias con Dios. Más bien esto es un gran atrevimiento que pretende burlarse de El, y un autoengaño. No hay nada de nuestra vida que le podamos ocultar que de antemano El no conozca. A menudo, la culpa por el pecado y el orgullo nos llevan a guardar las apariencias, a fingir algo que no somos, a mantenernos en hipocresía. Esto es destestable para Dios, porque el que se acerca a El debe hacerlo con humildad, reconociendo su ruina espiritual y su gran necesidad de Cristo.

Si queremos caminar con el Señor, entonces debemos empezar por ser humildes (transparentes); Dirige a los humildes en la justicia, Y enseña a los humildes su camino. Salmo 25:9 NBLA ya que la humildad abre la puerta para su compañía, y nos hace aptos para recibir instrucción. La humildad nos lleva de su mano a la obediencia que es otro aspecto de la verdadera adoración y así, El nos guía en su senda en pos del más elevado objetivo que es Su presencia.

La falsedad nos aleja de Dios mientras que la humildad nos acerca a El.

ACERCA DE LA FE

El misterio de la fé es una de las cosas más raras y asombrosas que un hombre puede poseer. Es el inexplicable milagro que nos acerca a Dios, que nos lleva a poner nuestras vidas a merced de Cristo, y a emprender una carrera de ir en pos de El.

Es el regalo divino que abre nuestros ojos a la luz y a un abanico de posibilidades infinitas para experimentar su providencia y amor; y que nos conduce a fijarnos en la preciosa cruz. Que ilumina nuestras vidas con Su misericordia, y que nos concede infinita gracia que nos liberta de la podredumbre del pecado que nos apresaba.

Esta es la fé que nos salva y que nos cambia, que nos hace libres para vivir bajo un propósito elevado, y que nos conduce a experimentar el  amor perfecto y abnegado.

Es la fé en Cristo Jesús la que también nos sostiene de pie ante lo inasequible, a desistir por lo que este mundo tiene como sublime, y a ir por lo que considera absurdo y perdido. Es lo que nos provoca desear más el porvenir que lo presente. En otros  términos  a morir aquí para un dia vivir allá.

La fé es la razón por la cuál muchas vidas han cambiado, al haber sido redimidas del foso de la desesperación que los aturdia,  y ahora haber encontrado el caminó para vivir esperanzado en un porvenir mejor.

La ansiedad nos lleva a la desesperacion, y es está desesperación la que nos conduce al Salvador.

El hombre que tiene fé vive con propósito, y a su vez tiene la fuerza para luchar contra cualquier obstáculo.

¡Bendita fe en el Salvador, que como una muestra del amor de Dios se nos concedió, para ya no vivir más en el camino de la desesperación y oscura condenación!.

LA SATISFACCIÓN DEL ALMA

Solo Dios puede satisfacer los deseos más profundos de nuestro corazón. Estos son aquellos que corren por sentido, plenitud y trascendencia.

El mundo promete suplirnos todo ésto, solo para finalmente decepcionarnos, dejarnos vacíos, y darnos la pena de tener que aceptar  qué se ha burlado de nosotros.

Nuestra ambición solo debe ser Cristo. Porque nadie que lo tenga a Él como su meta puede ser defraudado.

Cada día nuestro deseo debería ser estar un poco más cerca de El al entender que solo estando ahi podemos ser satisfechos.

Algunos pretenden lograrlo volviéndose religiosos, otros matándose a morir en el ministerio, algunos más se vuelven  eminentes teólogos para llegar a su conocimiento etc, y sin embargo con todo esto nunca  llegan a conocerlo.

Un hombre no encuentra a Dios hasta que el lo encuentra primero, irrumpiendo en su vida, trastornando sus planes, llevándolo a la desesperación por El.

Es en lo simple, en la obediencia y sinceridad  del alma que confía en El, que Dios es revelado como esa fuente inagotable de satisfacción, que lo saca del absurdo de esta vida, del sinsentido y el sufrimiento que esto conlleva, para ser complacido en aquel que si puede saciar toda su sed.

ACERCA DE LA FE

El misterio de la fé es una de las cosas más raras y asombrosas que un hombre puede poseer. Es el inexplicable milagro que nos acerca a Dios, que nos lleva a poner nuestras vidas a merced de Cristo, y a emprender una carrera de ir en pos de El.

Es el regalo divino que abre nuestros ojos a la luz y a un abanico de posibilidades infinitas para experimentar su providencia y amor; y que nos conduce a fijarnos en la preciosa cruz. Que ilumina nuestras vidas con Su misericordia, y que nos concede infinita gracia que nos liberta de la podredumbre del pecado que nos apresaba.

Esta es la fé que nos salva y que nos cambia, que nos hace libres para vivir bajo un propósito elevado, y que nos conduce a experimentar el  amor perfecto y abnegado.

Es la fé en Cristo Jesús la que también nos sostiene de pie ante lo inasequible, a desistir por lo que este mundo tiene como sublime, y a ir por lo que considera absurdo y perdido. Es lo que nos provoca desear más el porvenir que lo presente. En otros  términos  a morir aquí para un dia vivir allá.

La fé es la razón por la cuál muchas vidas han cambiado, al haber sido redimidas del foso de la desesperación que los aturdia,  y ahora haber encontrado el caminó para vivir esperanzado en un porvenir mejor.

La ansiedad nos lleva a la desesperacion, y es está desesperación la que nos conduce al Salvador.

El hombre que tiene fé vive con propósito, y a su vez tiene la fuerza para luchar contra cualquier obstáculo.

¡Bendita fe en el Salvador, que como una muestra del amor de Dios se nos concedió, para ya no vivir más en el camino de la desesperación y oscura condenación!.

LA PUGNA ENTRE EL CRISTIANO Y EL MUNDO

Es un asunto de vital importancia para el cristiano recordarnos que en este mundo solo estamos de tránsito. Aquí no es nuestra morada permanente sino una corta estancia en nuestro camino a la ciudad celestial, en donde moraremos por toda la eternidad si permanecemos en la fé y en el amor que nos redimió del pecado y que nos reconcilió con Dios.

Tengo que admitir que este mundo es atractivo. Si, sé que esto no suena nada espiritual, amenudo queremos negar todo signo de debilidad, porque el orgullo siempre quiere llevarnos a aparentar lo que no somos. El orgullo siempre quiere mostrar al hombre más santo, más fuerte, más espiritual etc. de lo que en verdad es en realidad. Pero como negar que a mi carne le fascina. Que le gusta soñar con el, y que si pudiera le gustaría vivir abrazandole, gozarle y establecerse en el como hace la mayoría.

Pero,  es por estos horribles deseos y el constante peligro de ser seducido por el,  la razón por la cual necesito recordarle a mi carne que está muerta a este mundo. Que está muerta a todo, y que solo mi ser puede encontrar un hogar y un propósito en los designios de Cristo.

Cada día el mundo implica una tentación para el alma peregrina que solo quiere existir para agradar a su Señor. Es el enemigo acérrimo que sutilmente con sus engañosos caminos y sus juguetes ha enfríado a  muchos corazones que un día estuvieron ardiendientes por las cosas del cielo.

El mundo es como un sueño mortal, en el cuál un día te metes y luego que te embelese y si no te despiertas a tiempo te quedas en el hasta que te pierdes. Así es como muchos se han  extraviado terriblemente, y ahora yacen en un estado de muerte.

El afán, la avaricia, la vanagloria de esta vida en fin, han hinchado  de soberbia sus corazones, haciéndoles creer que tienen un nombre entre los hombres, cuando en realidad son poco menos que nada para aquel que los creo, por despreciar el oro puro que se llama Cristo por los viles tesoros que empobrecen y los placeres que condenan aquellos que han sido cautivados por las cosas de esta era.

El mundo dejará que un hombre se vaya al infierno en silencio y nunca intentará detenerlo. El mundo nunca permitirá que un hombre vaya al cielo en silencio; harán todo lo que puedan  para hacerle retroceder. —J.C. Ryle

El Cristiano y el mundo no pueden ser amigos, pretender serlo implica traición hacia aquel que lo compro. El mundo es un enemigo del cuál ya ha sido liberado pero del que todavía se debe cuidar para no ser presa de sus malignos engaños.

El mundo para el que va al cielo es una guerra sin tregua. Un lugar en el que no se puede instalar por todo lo hostil que le representa.

Tampoco se puede comprometer con el por cuánto ya está comprometido con Cristo.

El que ama al mundo odia a Dios. No se puede tener dos amores, por cuánto esto con lleva infidelidad, lo cual es una falta al amor genuino, y un menosprecio del uno por el otro. «No se puede servir a dos Señores, pues menospreciará a uno y amará al otro o querrá mucho a uno y despreciará al otro» (Mateo 6:24). Actuar así nos constituye en hipocritas y no en verdaderos amantes del Señor.

O nuestra vida está en Cristo y caminamos en contra poción al mundo,  o está en el y armonizamos con sus designios.

Esta la causa por la cuál el cristiano constantemente se encuentra a si mismo clamando:¡Oh Dios, líbranos del amor al mundo y de sus engañosos caminos!.

DESEANDO EL CIELO

Muchos dias he buscado la muerte con lagrimas. No por impaciencia ni por falta de fe, sino porque estoy cansado del pecado y temél. o caer en él.

—William Cooper

Esta vida en muchas maneras es una bendición pero no una más grande y excelente que el cielo que espera por los hijos de Dios.

Cooper, buscaba con ansiedad la muerte no por las causas negativas de esta vida, sino por que la maldad hace de esta tierra un infierno para quien sabe que existe un lugar puro y perfecto, como es la morada de Dios.

Para el cristiano el morir es ir al cielo a estar con Cristo, y no el final al que muchos temen llegar.

Allá, en la gloria eterna, no existirán las cosas que nos dañan como ese maldito pecado que en un tiempo nos tuvo condenados, y que todavía hoy nos lleva atentar contra la bondad de este Dios tan grande y santo.

Es inaudito que haya cristianos que no piensen en el cielo como algo que desean pronto experimentar, y esto es debido a que mayormente sus afectos estan más apegados a lo temporal que a lo eterno.
A que sus expectativas estan más puestas en esta vida, y no en el cielo que esperan recibir.  A que no anhelan a Cristo tanto como aman esta vida.
No desear el cielo nos hace perder de vista las bendiciones que allá gozaremos, y debilita nuestros deseos por Cristo y de un día estar con Él.
Los problemas, las desiluciones y situaciones adversas que pasamos en esta vida, deben servir para aumentar nuestros deseos celestiales y aguardar con paciencia y fe, el dia en que estaremos con Cristo, y asi nunca querer apartarnos de El.

La vida aqui con todas sus cosas solo es pasajera, y a los hijos de Dios nos aguarda para gozar la época eterna.

CRISTIANISMO DE CRISTAL

Cristianismo en la actualidad da la impresión de diferir tanto de la realidad del Cristianismo de antaño.

La Biblia nuestro libro de la verdad y de la historia de la Iglesia, describe a los cristianos como una comunidad de fé, personas abnegadas y  de convicciones firmes, de fidelidad al Libro, siempre dispuestas a brillar por Cristo aún estando en las  épocas más difíciles.

También era cierto que los primeros cristianos estaban comprometidos a muerte con sus creencias. Pero el cristianismo contemporáneo luce tan diferente al que describe la Biblia. Ahora parece tan frágil, pasivo e indistinguible del resto de la sociedad que en muchos sectores ya no causa ningún impacto, y en muchos otros ya ni si quiera tienen algun grado de notoriedad. 

Esto es consecuencia de que esta Iglesia ha perdido su sazón, y han dejado de brillar como la luz que debe contraponerse a la oscuridad que define a esta cultura.

Hoy parece que sólo se está dispuestos a comprometerse hasta el punto en que «la religión» no ponga en riesgo los intereses o la existencia.

Este es un cristianismo condicionado y en consecuencia falso.

Estamos frente a la oleada del «CRISTIANISMO DE CRISTAL», un cristianismo light y que fácilmente se quiebra. Que no demanda compromiso y ni siquiera Fé. Es un cristianismo sin raiz, que no tiene un fundamento firme (Cristo), es solo una mera profesión exterior que no ha penetrado en el corazón.

Para ser parte de éste cristianismo no se requiere hacer ninguna renuncia. Solo se tiene que afiliar a una de estas comunidades religiosas modernas, y reunirse de vez en cuando a cumplir con ciertas demandas que no conllevan mucho sacrificio.

Este discipulado es más secular que biblico. La Biblia es su libro de lectura que los identifica, pero que se usa solo como ésto, «un libro de texto» que nunca se lleva a la práctica. A su vez, la oración como parte del ritual propuesto es obligatoria solo por mero formalismo, o como un recurso que se usa para dar identidad a la comunidad, ya que se da por sentado que los cristianos oran. Pero no como una respuesta espontánea que nace del corazón sediento de Dios.

Aquí, en esta clase de cristianismo todos son bienvenidos. Es un «cristianismo inclusivo», con el que la mayoría encaja, ya que no censura a nadie por cuánto no condena el pecado.

Es el cristianismo de la gracia, pero el de la gracia barata, que promete salvación sin arrepentímiento y no el de la gracia bíblica.

Aquí, «los sermones son ensayados y cuidadosamente elaborados para gustar a la audiencia y no para exponer la verdad, no sea que les ofenda». Aquí, el Evangelio de Jesucristo como tal, no es predicado. Nunca se menciona el pecado, no se condena el amor al dinero, que tienes que amar a tus enemigos etc.  Pues esto resulta  impopular y radical. Aquí se exponen sermones que exhaltan al hombre y no a Cristo.

Por lo tanto no son sermones bíblicos, sino del intelecto humano, que nacen en el corazón de la mentira, la avaricia y la cobardía que tanto domina en los púlpitos de hoy en dia, y que pretende complacer a las almas naturales  que se dejan enrredar por el engaño de quienes juegan con ellos para seguir justificando su hipocresía.

Además, este también es un Cristianismo sin amor real, donde cada uno busca su propio bienestar pero no la gloria de Cristo. Dónde el supuesto amor es «falsedad pura«, donde te dicen; «Dios te bendiga, pero en el fondo desean que no te bendiga, o en el mejor de los casos no más que a éllos».

Este cristianismo no es cristianismo, por cuánto no honra ni sigue a Cristo. En consecuencia es débil y vacío. Es una de las vertientes del camino ancho por el cuál entran aquellos que cuando mueran  desean ir al cielo, pero que no están dispuestos a abandonar sus pecados, ni ha comprometerse en esta vida con el Evangelio. Es el engaño religioso que esta llevando a muchos más hombres al infierno que  los prostíbulos, el ateísmo, y la pornografía etc…

Es el cristianismo de cristal al cuál no se le puede predicar la verdad porque pronto se desquebrajaria, y el cuál es profesado mayormente en nuestros días.

DEJAR A DIOS

Olvidarse de Dios es dejar de lado lo único que nos hace bien. En si es algo muy tonto; es menospreciar lo menos por lo más. Es renunciar al único salvavidas que te puede preservar la vida. Es cambiar la vida por la muerte. Es firmar tu sentencia de muerte a cambio de nada.

Así es está vida con todo lo que nos ofrece a cambio de Dios, es «Nada».

Ecos del Silencio.

LA ULTIMA JORNADA

Para todos nosotros un día significará la ultima jornada en esta vida.

Será el último instante para abrazar, para reir o llorar, en fin para respirar etc. El último segundo para ser humano, y después ya nunca más.

El tiempo transcurre demasiado rápido, y cada dia es uno menos que nos aproxima a la hora marcada de nuestro encuentro con Cristo.

Si, solo es cuestión de tiempo. Pero, ni un segundo más y ni un segundo menos, nos retardará de esta cita puntual que muy pronto tendremos.

El dia y la hora ya estan decretados para nuestro encuentro con el juez del universo.

Mientras tanto, debemos considerar que el TIEMPO es una gracia divina, que se nos concede para prepararnos para el cielo, o también para el infierno.

TIEMPO es el recurso más valioso que tenemos, y el que con mayor facilidad perdemos.

Y sabiendo esto, y pensando con cordura en que el momento de nuestra última jornada esta muy cerca, seguramente que esto nos alertaría y nos instaria a prepararnos para este dia.

Nos empeñariamos más por ocuparnos en las cosas divinas, y en todas aquellas que Sabemos que son el deseo de Dios.
Renunciaríamos a las que son de estorbo para este propósito, como: A las vanidades, a las cosas que nos llevan a pecar, y nos distraen del Salvador.

De seguro que por ninguna causa, postergariamos la devoción que solo debemos dar a Dios.

Para que así, cuando nuestro ultimo aliento sea exhalado, Jesús nos encuentre ocupados en su labor.
Pero ahora, decirle a vuestra alma;

«Alma mía. No sabemos el dia de tu partida. Por lo tanto no te engañes que haras mañana lo que sabes que debes hacer hoy. Arrepientete de tus pecados y de tu osadía de postergar al Salvador».


Deja de vivir descuidamente, desafiando la bondad que el Señor te concede.
Redime el tiempo, y buscale ahora que puede ser hallado, porque quizas mañana ya no será posible.
Ocupate en hacer su voluntad, para que Él te encuentre  haciendo así, cuando te toque partir.

Haz de Cristo tu meta en esta vida, y entonces podrás estar seguro de que le verás en la por venir.
Y piensa de esta vida, como una breve jornada que pronto llegará a su fin.