Todos tenemos una misión que cumplir en esta vida. Nadie es producto de la casualidad, sino del plan que Dios diseñó para nosotros en la eternidad.
Como miembros del cuerpo de Cristo, todos tenemos una función que desempeñar dentro de la Iglesia. Cuando pensamos en la Iglesia, a veces nos quedamos muy cortos y solemos pensar solo en la Iglesia local, pero en realidad somos un pueblo numeroso y todos luchamos por el mismo objetivo de manifestar el amor de Dios en este mundo. Así, cada uno tiene un papel que desempeñar dentro del plan divino y nos esforzamos y oramos los unos por los otros a favor del avance del reino de Dios.
En mi caso, parece que Dios designó que la Sierra sea mi misión, aunque nunca sabemos todo lo que hay más adelante. Pero ahora le pido que me dé la gracia para seguir haciendo la labor, sin desenfocarme de la meta que es: la gloria de Cristo a través de la evangelización de estos pueblos.
En estos tiempos, cada día parece ser un gran reto, de no dejarse envolver por la frialdad que nos hace indiferentes al llamado de proclamar el amor de Cristo entre los que permanecen aún perdidos. Todavía en estos pueblos hay una gran necesidad. Durante décadas, las personas aquí han permanecido en tinieblas, sin verdad y sin esperanza. Al principio, no entendía cómo es que pueden vivir de esta manera tan vacía.
El pecado endurece sus corazones y los engaña para que se acostumbren a vivir en esta condición. Pero el punto es que el tiempo para todos se nos esta agotando y la única oportunidad que tienen estos pueblos de venir a Cristo y encontrar esperanza es ahora, por cuanto el mañana no es seguro.
Así que no hay tiempo que perder y debemos seguir adelante, confiando en que el Señor bendecirá nuestra labor y tendrá misericordia de las personas que algún día habrán de venir a confesarle como su Salvador.
Así la obra sigue adelante, como diría alguien: «Lento pero seguro», porque sabemos que Dios está en control de su obra y que está preparando los corazones para el tiempo en que habrán de creer.
Por su gracia, el remanente continúa y así la Iglesia en Tacuba permanece en medio de la lucha que representa estar en un lugar donde la corriente es una constante invitación a vivir sin temor de Dios.
También La Escuelita Bíblica ha sido un medio para sembrar la palabra en los corazones de muchos niños. Algunos de los cuales ya se fueron, pero creemos que a donde quiera que vayan, sus vidas ya no serán las mismas, porque ahora conocen sobre la existencia de un Dios verdadero en el cual pueden confiar y encontrar propósito. A su vez, otros permanecen con nosotros todavía y al observarles y ver cómo han crecido, me pregunto: ¿cómo fue que el tiempo corrió tan rápido? Nuestros corazones se llenan de gratitud a Dios al reconocer el privilegio que se nos ha dado de plantar una semilla de fe en estos niños, ahora jóvenes, que puede marcar una enorme diferencia en su generación y guiarlos a una mejor vida de la mano de Dios.
También nuestros viajes de predicación continúan y, si Dios así lo permite, esto será por alguna buena razón. Así que no nos queda más que obedecer y esperar en Él.
Y cuando la apatía y la indiferencia me quieren envolver, pienso en lo que Cristo hizo para que yo pudiera gozar de esta esperanza que ahora tengo, y pido a Dios que no me permita ser tan egoísta como para negarles a otros esta oportunidad, y así me conceda un amor sincero y genuino por el que me mueva a seguir predicando y así cumplir su perfecta voluntad.
No podemos llamar a Jesús Señor si nos negamos a obedecer, mucho menos decir que le amamos.
Lucas 6:46 NTV
[46] »Así que, ¿por qué siguen llamándome “¡Señor, Señor!” cuando no hacen lo que digo?
Finalmente, muchas gracias por sus oraciones por mi, por favor sigan lo haciendo, oren por la obra en general y ahora muy especialmente por mi esposa quien primero Dios dará a luz en febrero 2026.
Dios les bendiga.
Heber.
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