𝘿𝙄𝘼𝙍𝙄𝙊 𝘿𝙀 𝙐𝙉 𝙈𝙄𝙎𝙄𝙊𝙉𝙀𝙍𝙊
Ayer fuimos a predicar a un pueblo donde nos estamos reuniendo cada viernes, y Dios nos concedió un muy buen tiempo con personas que aman a Dios y con otros que apenas empiezan a entender la gracia salvadora, y mi deseo es que ojalá un día no muy lejano ellos lleguen a ser contados entre los cristianos. Cada día observo la triste condición de la Iglesia hoy y me resulta inevitable sentirme solo y a su vez extraño ante la gran frialdad que se observa dentro de esta hacia las cosas espirituales y también una enorme indiferencia hacia quienes todavía están perdidos. Y pienso que ahora es crucial mantenernos firmes y pedir a Dios de su abundante gracia para no ser envueltos por esta ola de apatía y desamor hacia Dios. Y es que no hay otro nombre para esta condición sino infidelidad, producto de que se ha perdido el amor por aquel que tanto nos ha dado. Nuestro fervor a Dios depende de nuestro grado de amor hacia Él y, tristemente, muchos lo han abandonado por nada, por las baratijas de este mundo y por querer encajar en el sistema que lo gobierna. Y no se crea que yo no lucho; estoy consciente de que si puedo seguir adelante es solo por Él, y pido a Dios me conceda su favor para nunca cambiarle por nada de este mundo y que pueda terminar mi carrera con éxito, esto es siendo fiel a Él. Ha habido periodos en que el trabajo se ha vuelto cansado, con muchas dificultades, y resulta muy fácil caer en el desánimo y dejar de persistir. También las invitaciones a distraerse, a ocuparse en las cosas de esta vida son una grande tentación para dejar de hacer lo que Dios nos mandó. Pero Dios es tan bueno que nunca deja que me salga con la mía, y ha frustrado todos mis planes que nada tienen que ver con la misión por la cual me trajo a estos ranchos. Así que en todo esto veo la fidelidad divina para mi vida.También ayer ha llovido mucho en el pueblo; ahora todo está muy verde y los arroyos con agua, lo que lo hace ver más alegre. Por el contrario, los caminos están horribles, y las moscas por ratos no las tolero; parecen una plaga, pero pido paciencia y sigo adelante. Esta mañana tuvimos escuelita por la mañana, y como cada sábado fuimos a traer a los niños. Hoy tenía paz y no estaba ansioso como en otros dias, cuando llegó a sentír toda la presión de está responsabilidad encima cuando solo tengo que dejarle todo al Senor. Hoy solo asumía que todo estaba en sus manos y que Él me ayudaría con la lección de este día y traería a los niños que nos acompañarían. Esto me trajo mucha paz y animo. Así que, aunque muchos niños se ausentaron debido a que están de vacaciones y salieron del rancho, 14 sí llegaron y les enseñamos sobre la verdad de que Dios nos hizo y a todas las demás cosas también para su gloria. Esto es para la alabanza de su nombre, para adorarle con todo lo que somos y tenemos, y para vivir satisfechos en Él. De esta manera nuestra vida tiene sentido y experimentamos mayor satisfacción porque nadie nos puede hacer felices como lo hace Dios. Así evocamos su atención hacia las cosas que Dios creó para maravillarnos en su ingenio y perfección, y agradecer que nos conceda el privilegio de poseerlas y disfrutarlas. Como el amanecer, la vegetación, la fuerza con que nos movemos, la fauna… en fin, hay tantas cosas que deben guiarnos a alabar a Dios por lo grande que es Él, pero principalmente por Cristo, por quien nos demostró cuánto le importamos al enviarlo a morir en nuestro lugar en la cruz del Calvario y por el cual un día estaremos con Él.
En resumen, esta lección fue una invitación a maravillarnos en Dios y vivir agradecidos por todo lo que Él nos ha dado.Y bueno, fue un buen día con estos chicos y, mientras el tiempo vuela, sigo orando por ese día en que estos niños lleguen a profesar la fe genuina al confesar a Jesús como el Salvador y Señor a quien deben amar y servir. Por el bien de ellos, Dios les permita que esto les suceda.
Por otro lado mi esposa tiene 7 semanas de embarazo, y la alegría juntamente con los estragos de esta noticia no se han hecho esperar, los malestares la han tenido padeciendo mucho, ya hemos estado dando vueltas al hospital pero a la vez contentos con esta bendición, pidiendo a Dios sabiduría y paciencia, y esperando que esto llegue a un final feliz. No sé si a mis 45 ya estoy muy viejo para ser otra vez Papá pero confío en que el Señor me dará la fortaleza y la sabiduría para asumir este privilegio y nuevo desafío con fé.
¡Cada nueva vida es una bendición del Señor!




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