Esta mañana decidí cambiar un poco mi rutina y salir temprano a caminar.
Aunque los cambios de la primavera traen consigo algunos estragos por mis alergias, no fue un mayor problema y por lo cual decidí salir muy tapado para esta época del año.
Caminar y observar el entorno, el amanecer, el pueblo, me permitió no solo disfrutar de la naturaleza, sino también tomar este tiempo para reflexionar sobre cosas importantes y orar a Dios por ellas.
Creo que a menudo nos embarcamos en rutinas que nos encierran en una prisión de horarios y tareas interminables, lo cual, aunque es bueno en términos de disciplina, puede volverse inflexible, limitando nuestras opciones.
La vida es tan corta que vivir de manera más relajada nos beneficiaría; Pablo nos recordó que no debemos vivir preocupados. Si bien tenemos que aceptar que no podemos hacer todo lo que quisiéramos en esta vida, debido a que el tiempo es limitado, así que lo mejor es concentrarnos en nuestra misión, que como hijos de Dios es agradarle a Él y cumplir su voluntad.
Personalmente, me ha costado mucho relajarme, y reconozco que esta dificultad provenía de mi incredulidad. Durante mucho tiempo caminé sin confiar plenamente en Dios a causa de las experiencias negativas por las que todos hemos pasado. Siempre fui muy desconfiado, temeroso de la posibilidad de traición en mis relaciones con los demás (amistades); ¡todos enfrentamos nuestros traumas! Esta era una lección que necesitaba aprender y, con paciencia y amor, el fiel Señor me mostró que podía confiar ciegamente en Él. Y aunque todavía Dios sigue trabajando en mi persona, hoy, su fidelidad se ha convertido en una realidad constante en mi vida, lo que me anima a no desmayar en mi labor. Así, esta mañana me sentí agradecido y lleno de ánimo al reconocer su fidelidad, confirmando que mi vida y su obra en este lugar están en sus manos. Que nada ha sido en vano y, a su debido tiempo, la cosecha vendrá.
Mientras caminaba, reflexioné sobre muchos de los niños que hemos enseñado en este pueblo, pidiendo a Dios por la salvación de sus almas y por problemas específicos que se que algunos de ellos estan enfrentando. “Este mundo parece estar podrido por el pecado, y ellos parecen ser sus víctimas favoritas.” Solo Dios puede ayudarlos. Pensé especialmente en tres hermanos que, a pesar de sus virtudes, se han alejado a medida que han crecido. Recordando el tiempo que pasamos en la Escuelita, me decía que parecía que estaban aprendiendo de su Palabra. Sin embargo, por motivos familiares y tentaciones, se fueron alejando. Reflexioné que, así como Dios permitió que escucharan su mensaje con nosotros, tal vez en su edad adulta, a través de diversas dificultades, Él los conduciría nuevamente hacia Él. ¡No lo sabemos con certeza, pero no podemos subestimar el poder y la bondad de Dios para salvar a estos pueblos!Por ello, pedí a Dios por las almas de estos lugares. Si su misericordia nos trajo aquí para predicarles, que ahora su misericordia los salve y nos dé fortaleza y valor para seguir adelante mientras tanto. Para mí, este tiempo fue mucho más que una simple caminata; fue también una oportunidad para conectarme con Dios y volver a visualizar la gran necesidad presente en estos pueblos, así como la oportunidad que nos brinda de guiarlos hacia el Salvador.
¡Que Dios nos conceda fe y ánimo para continuar en nuestra misión!
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