DOMINGO 13 ABRIL 2025

En este día del Señor, hablé a la pequeña congregación sobre Jesús como el reposo del pueblo de Dios.

Es importante destacar que no puede haber reposo en esta vida sin esperanza, una experiencia que solo los verdaderos hijos de Dios pueden conocer.

Estos hijos reciben una paz que los transporta a la misma presencia de Dios quien es su padre, gracias a su reconciliación con Él a través de Cristo.

Además, reflexionaba sobre la inmensa alegría que conlleva recibir el perdón de los pecados, un regalo que transforma la vida del creyente. Cristo no solo satisface las demandas de la ley para cada uno de los hijos de Dios, sino que también anula el acta de los decretos que les acusaba.

En consecuencia, podemos vivir en paz, libres de condenación, y disfrutar de una relación íntima con Dios.

Este es un privilegio que a menudo desvalorizamos, al caer en la trampa de pensar que existen otras fuentes de paz y felicidad fuera de Cristo.

Roguemos para que nuestros corazones se arrepientan de su ceguera e ingratitud. Que Dios nos conceda su gracia para apreciar la belleza y la grandeza de lo que hemos recibido a través de Cristo, recordando siempre que nuestra verdadera satisfacción se encuentra únicamente en Él.

También hoy participamos de la cena del Señor, y no pude tener otra actitud que la de indignidad. Me senti tan desmerecedor del favor de Cristo, de sus sufrimientos por mi, y de todo lo ingrato que he sido con El a lo largo de toda mi vida.


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