UNA MISIÓN IMPOSIBLE DE HACER

Al correr de los años y con las fuerzas menguando, uno va perdiendo las ganas de apresurarse a hacer las cosas, porque ha aprendido, y a través de muchos descalabros, que la obra de Dios no funciona así.

Aquí es cuando uno ya no quiere guiarse por sus impulsos; es más, parece que ya los ha perdido, porque parece que todos sus fracasos han sido el medio del Señor para enseñarle a esperar y confiar para todo en Él.

Esto no es renuncia ni apatía; quiero pensar que es parte de la madurez en la que todo creyente debe crecer, y al mismo tiempo de aprender que es Dios quien impone el ritmo en su obra, y que aunque Él se tardare, en Él debemos esperar porque la cosecha a su debido tiempo llegará.

Ahora ya no son las emociones las que nos gobiernan, sino la fe en la Palabra de Dios, esto es, en sus promesas. En el hecho de que el trabajo en su obra no es en vano, de seguir esforzándote y esperar confiando en Él aunque esta gran obra se vea imposible de hacer.

Ciertamente que la salvación de los pueblos para el hombre es imposible, pero para el Señor es cosa fácil; pero ante el gran desafío, Él se muestra complacido mientras nos mantenemos fieles a nuestro llamado, no trabajando por los resultados, sino por obediencia y la gratitud hacia quien merece lo mejor de cada uno de sus hijos.

Hoy por hoy y a través de varios años aquí en la Sierra, muchas personas han tenido la oportunidad de escuchar las Buenas Nuevas en donde la apatía y la oscuridad espiritual parecen predominar, y solo el Señor que permitió que les habláramos  conoce la verdadera razón de esto. La Sierra es tan vasta que a muchos de ellos ya no los volveremos a ver jamás, y sin embargo no estamos llamados a conocer el futuro, sino a actuar en base a la oportunidad y a lo que el Señor nos ordena hacer en el momento.

Pero creemos que a su debido tiempo Él salvará a su pueblo; mientras tanto, es importante seguir trabajando sin desmayar.

Y por lo pronto hay un pequeño grupo que persiste en un entorno espiritual muy difícil, y que permanece fiel en la pequeña Iglesia de Tacuba. En donde cada semana nos reunimos para alimentar nuestra fe y amor a Cristo con la Palabra Viva que nutre nuestros corazones y nos anima a buscar al Señor en medio de tanto engaño y apatía.

Escuelita Bíblica

A su vez, los niños que por años hemos estado discipulando son la semilla que promete fructificar para la gloria de Cristo en un día no muy lejano.

Así me animo en las promesas del Señor y en su ayuda para esta misión, y en el hecho de que en el día final seremos juzgados por nuestra fidelidad y no por nuestro éxito.Y gracias a Dios que será así, porque esto es un gran consuelo para alguien como yo.

Por favor, sigamos orando por esta pequeña iglesia y por la salvación de las almas para la gloria de Cristo en estos pueblos.

Heber.


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