¡A quien iremos si solo El tiene palabras de vida eterna!.
Para nosotros no hay Palabra más sabía y reconfortante que pueda llenar las necesidades de nuestra alma sino las palabras de Cristo.
Ni filosofia, ni ciencia, tampoco simple retórica, sino la Palabra viva de Dios que vivifica el corazón.
La cual es alimento puro y nutritivo para el sediento de justicia, y amor genuino para quien no encuentra alivio ni confort en los brazos de este mundo que pierde e ilusiona vanamente a los que con poco se conforman.
Solo Él puede brindar verdadero consuelo al alma asolada por el pecado, y alivio al dolor que este a su paso inflige al espíritu quebrantado.
Solo de Cristo proviene el aliento que necesitamos para sobreponernos a las duras luchas de esta vida, y así seguir con esperanza caminando.
Él es nuestra paz, genuina paz que con dinero no se puede comprar. Que apaga la furia de un Dios santo y justo, y nos pone en El punto donde solo recibimos favor y amor incondicional debido a esa gloriosa redención que su hijo conquistó para este vil pecador como lo soy yo, y que ahora con certeza y confianza puede llamarse un hijo de Dios.
Bendito Cristo por quien podemos vivir tranquilos aguardando el día en que por fin estaremos contigo reinando interminablemente por los siglos de los siglos.
Amén.
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