Cuando Pablo estába visitando Filipos, una mujer llamada Lidia estaba reunida en el lugar de oración, y cuando Pablo comenzó a predicar, Dios abrió su corazón para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.
De igual manera enseñamos a los niños que necesitamos un corazón atento a la voz de Dios, y más aún, necesitamos recibir un nuevo corazón para amar y seguir a Cristo. Un milagro extraordinario que Dios opera en la vida de sus hijos.
Así seguimos enseñando las grandes verdades de Jesús a estos niños, y orando por la salvación de sus almas.
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