El avión donde viajaba hacia mis más ilusos sueños no soporto las turbulencias de la realidad y termino sucumbiendo.
A veces necesitamos aterrizar, y poner los pies en el suelo, para entender la inviabilidad de nuestros vanos deseos.
Somos muy dados a ambicionar la grandeza, el ego nos tienta, y puede llevarnos a pensar y actuar de manera quimera, llevándonos a vivir flotando sobre las nubes de la necedad y en la esfera de la irrealidad.
Queremos ser amos y reyes, y si no podemos enseñorearnos sobre otros, al menos lo pretendemos sobre nosotros mismos.
Nos gustaría ser los dueños de nuestro propio destino. Pero no nos damos cuenta que precisamente de esto nos rescató Cristo. Del desastre de lo que representa aferrarnos a nuestra independencia.
Nuestro orgullo y terco corazón no quiere aceptar que la soberanía divina a designado un camino mejor que el que nosotros podiamos trazar para nuestra vida. Que sus designios son mejores y superiores que lo que podemos concebir y desear, fuera de su voluntad.
La cultura actual nos alienta a soñar, a ir tras nuestros sueños egoístas, pero Jesucristo nos invita a morir a todos ellos, y hacer de sus planes nuestro unico deseo.
Cuando Jesús nos lláma, también nos invita a matar nuestras aspiraciones personales, para que encontremos un nuevo camino en el cual el objetivo ya no sea satisfacer las ambiciones del hombre, sino las de Cristo mismo.
En otras palabras, su mente debe ser mi mente, sus deseos los mios, y mis ambiciones ya no importan más, porque ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi. Esta debe ser la meta para todo Creyente, la de llegar a ser uno en mente con el Salvador.
Existen creyentes que viven soñando. Y les gusta soñar fuera de la realidad, buscando metas que nunca alcanzarán, porque sus sueños estan fueran de Su voluntad.
Este es su escape de la realidad, para evadir su frustracion por no tener lo que desean y que no pueden alcanzar. Condición derivada de una actitud carnal, que piensa más en si mismo (su independencia) que en conformarse a los planes divinos.
No hay nada más tonto y peor perdida de tiempo, que sumergirse en un proyecto que no es para ti. Si queremos ser inteligentes tendremos que aceptar que simplemente hay cosas para las cuales no nacimos, para las cuales Dios no nos llamo, y en consecuencia a las que nunca nos deberíamos aferrar.
Esta es una dura realidad para el corazón orgulloso, pero es la verdad que al aceptarla nos libera y nos ayuda a enfocarnos en las cosas que si valen la pena. Las que si son viables para nosostros, para las que si hemos sido llamados, y en consecuencia deshacernos de aquellas que solo nos roban el tiempo, y nos distraen de la meta.
Si nuestros pensamientos no son sus pensamientos y si somos de Cristo, el terminará estrellando nuestros sueños para que hagamos de sus planes nuestro único deseo.
Puedes hacer todos los planes que quieras, pero el propósito del Señor prevalecerá.
Proverbios 19:21 NTV
Descubre más desde SIERVO INÚTIL
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
