LA SATISFACCIÓN DEL ALMA

Solo Dios puede satisfacer los deseos más profundos de nuestro corazón. Estos son aquellos que corren por sentido, plenitud y trascendencia.

El mundo promete suplirnos todo ésto, solo para finalmente decepcionarnos, dejarnos vacíos, y darnos la pena de tener que aceptar  qué se ha burlado de nosotros.

Nuestra ambición solo debe ser Cristo. Porque nadie que lo tenga a Él como su meta puede ser defraudado.

Cada día nuestro deseo debería ser estar un poco más cerca de El al entender que solo estando ahi podemos ser satisfechos.

Algunos pretenden lograrlo volviéndose religiosos, otros matándose a morir en el ministerio, algunos más se vuelven  eminentes teólogos para llegar a su conocimiento etc, y sin embargo con todo esto nunca  llegan a conocerlo.

Un hombre no encuentra a Dios hasta que el lo encuentra primero, irrumpiendo en su vida, trastornando sus planes, llevándolo a la desesperación por El.

Es en lo simple, en la obediencia y sinceridad  del alma que confía en El, que Dios es revelado como esa fuente inagotable de satisfacción, que lo saca del absurdo de esta vida, del sinsentido y el sufrimiento que esto conlleva, para ser complacido en aquel que si puede saciar toda su sed.


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