La idea de «un mundo perfecto» nos ha sido vendida por los cuentos de hadas, por historias de fantasía que nos llevan a soñar en un mundo de encanto y realidad utópica.
Pero la factibilidad de una era de ensueño en el presente siglo, parece más una quimera reservada para otra vida, una imágen irreal de lo que concebimos como un mundo maravilloso, porqué simplemente hoy es algo que evidentemente no podemos disfrutar.
La verdad es que nuestro mundo no es feliz, ni tampoco hoy un lugar seguro para vivir. El peligro y la amenaza mas grande para los humanos son los mismos humanos.
Los actos egoístas del hombre son los que han contribuido a la fealdad de la presente existencia, que se refleja en la pobreza, el crimen y la guerra entre otros males etc.
Aspectos que causan mucho daño a la humanidad y que borran la posibilidad de una existencia feliz y perfecta.
El pecado es la razón que desvanece está posibilidad. En el comienzo, cuando esté aún no había venido, la excelencia era el adjetivo que definía está vida.
Adán y Eva han sido los únicos seres humanos que han experimentado un «mundo impecable«, y también los únicos que vivieron el dramático cambio, de un estado de vida a muerte, esto es de felicidad a sufrimiento. Después de ellos todos hemos nacido en un mundo imperfecto. La perfección en realidad es lo que nos es ajeno.
En este cambió sus sonrisas fueron mudadas de un estado de encanto a desilusión, de confusión y vergüenza, porque la maldad había llegado a la tierra, para dominarla y afligirla por largo tiempo hasta que Cristo viniera a empezar a liberarla de sus dañinas manos, y anticiparnos una futura era donde la tierra sera totalmente liberada y restaurada devuelta a su estado original. Transformada en lo que un día fue, «Un mundo perfecto». En donde la justicia reinará y el amor, la paz y el bienestar serán el estado constante de todos aquellos que la habitarán.
Pero mientras este tiempo llega, la condición actual con todas sus desilusiones y vicisitudes, solo nos provocan anhelar más el mundo que vendrá, y vivir esta vida como una estación pasajera que a cada instante nos recuerda, que un dia la perfección impregnará cada rincón de una ciudad eterna que nunca más experimentará la corrupción que hoy nos hace llorar.
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