Cuando me imagino mi vida sin Dios, pienso en: Un mundo gris, en una existencia vacía, en un mar de tormentos por encontrarme sin ninguna ilusión.
Es como estar perdido en la nada, en un estado de miseria y en la prisión del engaño en la cuál ciertamente un día me encontraba.
Y cuando, veo a tantos a mí alrededor deambular en esta condición, sin luz, no puedo entender ¿Como lo hacen?, «Respirar sin esperanza», Corriendo despreocupados hacia su perdición, pretendiendo vivir estando lejos de Dios, sin detenerse a pensar que hay algo más allá de esta vida, una eternidad dolorosa y vacía, o un paraíso utópico de paz y amor.
Estos son los dos lugares que marcarán para siempre el destino de todos los hombres, donde el único tiempo para prepararse y tomar el tren para el bien morir es está breve vida.
Yo no considero que haya nada especial en mí, pero hay uma razón poderosa por la cuál no puedo ver la vida como muchos la toman, donde parecen tan despreocupados y solo ocupados en vivir. Es que, el hecho de que un día Cristo cambio mi vida lo cambio todo. Y ya nada puede ser igual. Antes pensaba en que un día voy a morir y ahora sigo creyendo igual, pero la diferencia es que después de la muerte ahora sé que me espera mi cita con Jesús. Con ese Dios omnipotente y bondadoso que de prisiones oscuras me rescató. Y no se cómo podría presentarme ante Él con las manos vacías, esto es sin haber hecho aquello que el me ordenó hacer, «predicar el Evangelio».
También creo que no hay amor más grande ni tiempo mejor invertido que vivir para ayudar a las personas a encontrar el camino que los llevará a Cristo.
Así este mes y en medio de muchas dificultades hemos seguido avanzando en nuestro trabajo misionero aquí en La Sierra.
Creo que a través de las pruebas que el Señor nos permite pasar me quiere hacer madurar. Pero tengo que decir que Dios está en control de todo y de verdad que Él nos ayudó en gran manera a superar las crisis y darnos la fé y el ánimo suficiente para cumplir con nuestros deberes especialmente estos últimos días cuando teníamos tanto trabajo y a su vez nos quedamos sin auto.
Y bueno, este ultimo sábado digamos que fue sobre todo reflexivo y entreñable porque no pudimos traer a los niños a la Escuelita pues nuestro auto se volvió a averiar, pero en la impotencia de tener que suspender el programa pude valorar más la oportunidad que Dios nos presta de enseñar a estos niños en su Palabra hoy, y ver qué a veces la costumbre o la rutina nos envuelve tanto, que nos hace ignorar los detalles, osea valorar el privilegio que Dios ha puesto en nuestras manos de servirle hoy porque mañana en verdad que no sabemos. Pueden suceder tantas cosas que pudieran cambiarlo todo; como sucedió hoy que el carro no funcionó, o pudiera suceder que la enfermedad venga , o que la vejez nos lo impida o que la muerte llega etc… y así privarnos de esta bendición. Por eso pensé en que el presente es lo único que tenemos y que debemos aprovechar el tiempo invirtiendo para el reino de Dios hoy, porque mañana no sabemos.
Y bueno, el día siguiente, el domingo debía ir a San Juanito un viaje de unos 100 kms desde nuestra casa que cada domingo por la mañana realizamos para ir a predicar a la Iglesia que estamos plantando. Y esta fría mañana me tocaba hacerlo solo, así camine hasta la carretera para ir a esperar un camión que me llevará a San Juanito y no tuve que esperar mucho cuando un pequeño auto se detuvo frente a mí para darme un aventon. En este venía un anciano predicador de la Iglesia Menonita que tiempo atras habia conocido, así que me preguntó hacia donde me dirigía y le contesté que a San Juanito y me dijo, subase yo voy a un pueblo un poco más allá. Así pensé en como Dios estába conmigo que no tuve que esperar mucho tiempo en el frío a que pasará un camión. Y en el trayecto empezamos a platicar sobre generalidades respecto a nuestro servicio al Señor cuando me preguntó; y ¿por cuántas personas viajaba hasta San Juanito? y le contesté un poco tímido que solo por 3 familias. No sé porque nos cuesta tanto grabarnos en la cabeza que los números no definen nuestro éxito en el ministerio como si lo hace la fidelidad que mostramos hacia lo que se nos manda hacer por ejemplo. Y luego, como para no darle tanto tiempo para seguir pensando en mi aparente fracaso le devolví la pregunta: ¿Y usted a cuántas personas va a predicar hasta aquel pueblo? Y me contestó que iba solo por una. Wow, a simple vista parece una completa locura realizar estos viajes largos, costosos y cansados para ir a atender a un pequeño grupo de personas en el bosque, pero ambos nos animamos mucho al reconocer que un alma es de inumerable valor, personas por las cuáles Cristo murió ya que costaron la sangre del Salvador, a quién pertenecen todas las cosas, el oro y la plata son de Él y ahora solo nos manda a tener fé y que sirvamos diligentemente a ese Dios que se complace en lograr grandes cosas de aquello que parece absurdo.
Sinceramente, me alegre de no ser yo el único «loco» esa mañana y en la plática el camino se nos hizo corto que pronto llegamos a San Juanito, y entonces nos despedimos y este hermano prosiguio su camino. Este día el Señor me concedió predicarle su Palabra a 7 personas lo cual sentí que hice con gratitud por el reconocimiento de que esta era una oportunidad única de servir a aquel que lo merece y lo dispone todo. Terminando la reunión debía regresar a mi pueblo porque tal vez está tardé debía atender otra reunión con otro pequeño grupo de personas. Así que espere el camión y lo que más me temia en este viaje sucedió. Tan pronto el camión empezó a avanzar el mareo me sobrevino, y es que no sé porque no puedo abordar un autobús sin que esto me llegue a pasar. No tengo la respuesta de esto, cuando yo conduzco esto no sucede, pero cuando viajo en autobús es seguro que esto va a venir y el viaje se vuelve un martirio ya que la presión me baja y siento que en cualquier instante voy a vomitar.
En fin, hice lo que siempre hago cuando pasa esto, cerrar mis ojos y rogar al cielo que lo que sentía y pensaba no sucediera porque moriría de pena en este autobús repleto de pasajeros y ya se que sueno muy dramático pero así me la vivo, mi esposa dice que el drama es como mi almohada, la que arruya mis sueños, una característica de mi temperamento. En fin, una hora después y no exagerando encontrándome temblando pude bajar del camión frente al sendero de terracería que va a dar al rancho. Absorto por las condiciones del viaje solo quería recobrar el aliento y seguir caminando para llegar a casa. Y bueno, cuando dije que en esta travesía Dios estába conmigo no mentía, cuando debia caminar 3 kilómetros para llegar al pueblo una camioneta me abordo y se ofreció a llevarme al rancho y quién conducía era nada menos y nada más que uno de los hijos del hechicero del pueblo, que unos cuantos años atrás me había corrido de su casa cuando intenté predicarle El Evangelio y quién también, es hermano del hombre que me ha amenazado y causado problemas constantemente. En fin, tal vez si este hombre me hubiera reconocido a tiempo no me hubiera subido a su auto pero pensé que hasta Dios usa al mismo diablo para aligerar las cargas de sus hijos, «Dios es demasiado grande y también bueno». Este aunque no muy contento me dejó cerca de mi casa y llegué a tirarme a la cama por la razón del mareo y pensando que no me sentía bien como para tener una segunda reunión ese día. Así se estaban llegando las 5 y mi esposa me animaba a ir a la casa de una de las hermanas que se debían reunir está tarde en nuestra casa, pero debido a que no teníamos auto y al ser ella mayor y enferma resultaba más factible que nosotros fuéramos a su casa. Termino de convencerme cuando me dijo que esa alma era tan importante como aquellas a las que les había ido a predicar está mañana. Lo mismo que me dijo el predicador que me llevo a San Juanito. Enseguida mi teléfono sonó y era otra hermana que se había ausentado algunas semanas de las reuniones por motivos de salud de su madre. Me llamaba para decirme que había regresado y que se reuniría con nosotros está tarde, así que le dije que nos veríamos en 20 minutos en la casa de la otra hermana para atender la Palabra de Dios. Al llegar al domicilio no solo estaban ellas dos y la nieta, sino también la hermana de una de ellas con su marido que habían llegado esa tarde de visita y una vecina que en ese instante en el cuál nos disponíamos a empezar la reunión se apareció para pedir un favor, pero que al pedirle que se quedará no se negó. Esta tarde sin considerarlo Dios dispuso que nos congregaramos 7 adultos y 3 niños para escuchar el consejo de Su Palabra en este rancho tan idólatra donde pudimos invitar a las personas a qué se acercarán a Cristo como la respuesta a la brevedad de esta vida y los problemas que agobian a la humanidad.
Así Dios convirtió nuestro caos en valiosas oportunidades para seguir testificando.
¡Dios es fiel todo el tiempo!, gracias por seguir orando por nosotros y por la conversión de las almas en estos pueblos.
Heber González
Algunas fotos de este mes
👇👇👇👇👇👇👇👇👇











Descubre más desde SIERVO INÚTIL
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
