Hoy me apetece solo escribir , sin nada en concreto en la mente, solo dejar que mis pensamientos fluyan y escribir desde el corazón.
Voy a empezar diciendo que Dios ha sido fiel a lo largo de mi aventura misionera y desde mucho antes también. Dios siempre me ha cuidado. Sin duda, que no hay ningún amo como Él. La vida en el campo no ha sido fácil, ha estado llena de muchas dificultades sin embargo, ahora comprendo que todo ha sido preordenado para mi bién y para la gloria de Dios.
Ser misionero es una carrera muy digna ante los ojos de Cristo, una que yo no elegí, estoy convencido en que es Dios quién nos elige a nosotros para realizar una labor así. Al pricipio la idea en sí me parecia lejana e imposible. No veia como Dios lo podia hacer. Personalmente tenia otros planes, supongo que la mayoria de éllos era correr tras la vanidad de esta vida sin embargo, Dios ya tenia su agenda para mi escrita.
De pronto, la historia que yo habia planeado vivir se empezo a derrumbar para abrir frente a mis ojos el camino de Dios, el de la fe. Un camino no muy sabio según la opinion de este mundo, mas bien por éste considerado tonto, incierto e inseguro. Entonces, temeroso y titubeante me deje llevar por aquél que hasta hoy ha sido mi motor para esta carrera.
Pude decir como el profeta:
Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste. Jeremias 20:7
Una carrera de la cuál no me arrepiento, sino de la cuál todavia por fe espero asirme a la meta. «Ver a Cristo glorificado al ser adorado en estos pueblos» esto sería maravilloso por supuesto, pero sino sucede de todos modos verlo a Él será lo más grandioso. Entre todas las dificultades la soledad ha sido una de las mas grandes. De verdad que sólo siempre me he sentido, y no es que carezca de compañia a mi alrededor sino que soy asi. Supongo que es parte de mi «solitario por naturaleza«, pero esta soledad que a veces pesa y que te mantiene lejos de los demás y al mismo tiempo es la que también te acerca a Dios. Es por este motivo que anhelo esta soledad. Con esto no quiero notar menosprecio por la compañia de los hermanos con quiénes podemos tener comunión y encontrar apoyo para seguir en la faena, pero mi introvertida naturaleza siempre me incita a huir del bullicio y la compañia y a refugiarme en la meditación y las letras de aquél que su vida dio por mí.
Asi la soledad es un hayo que me conduce a Cristo que me hace añorar mas su vida, y desconectarme por un instante de este mundo pasajero que por un instante me retiene y que por sus decepciones me hace soñar en la era futura de esplendor eterno.
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