EN RETROSPECTIVA

Un mes más qué se nos ha ido velozmente. El tiempo no repara, tiempo es lo único que tenemos y lo que más fácil se nos escapa. Así cada día nos hacemos más viejos y aunque nuestro cuerpo fisico va cediendo nuestro hombre interior se va fortaleciendo en Cristo quíen es nuestra fuerza y motivación para la obra que se nos ha dado. Y hoy después de nuestra JORNADA de predicación me siento nostálgico, cómo mirando al pasado y reconociendo la fidelidad de Dios.


Así qué, sacado del baúl de los recuerdos hoy quiero compartir esto:
Ya tenemos varios años aquí en la Sierra y puedo constatar que literalmente el tiempo ha volado. Aun recuerdo cuando años atrás mi esposa y yo llegamos a estos lugares por primera vez para predicar con nuestros dos hijos pequeños, uno de 6 meses de nacido y otro todavía siendo un bebé de 1 año y medio; y al verlos hoy creciendo me digo a mi mismo que cuando fue que paso tanto tiempo. Así también, lugares y personas han ido y venido frente a nosotros. La predicación se ha realizado con diligencia en una amplia región en dónde muchos son los que han oído las Buenas Nuevas de Salvación. No hay nada absolutamente de lo que me pueda jactar, si esto ha sucedido es solo porque Dios así lo ha permitido.

Sin embargo, cuando me pongo a pensar en mi historia tengo que admitir que no es una historia de lo que el mundo admira y define cómo éxito, de esas que pueden inspirar. Tal vez, sea una de perseverancia pero no lo sé. Yo no soy el escritor de mi propia historia y solo Dios sabe cuál es el rumbo que tomara el siguiente capítulo. Pero me glorio en el Señor, de que apesar de mis debilidades el sigue moviendo todas las cosas para que sigamos adelante en la evangelizacion de los pueblos de la Sierra TARAHUMARA.


Como un misionero debo aceptar que Dios me ha concedido la oportunidad de explorar muchos lugares en esta extensa región. Lugares increíbles de majestuosa belleza que me llevan a admirar el poder y la perfección del creador. Muchas veces ante tanta hermosura me he querido perder para siempre en el bosque y llevar una vida simple y apartada para la meditación. Pero Dios en su gracia no me lo ha permitido, ya que sin duda fracasaria en mis planes de supervivencia en una condición así y esto en nada contribuiriá en el propósito por el cuál vine aquí.


Así todos tenemos nuestros sueños guajiros (fantasias irrealizables), pero Dios siempre está presto para guiarnos a regresar los pies en el suelo. También, muchas personas han pasado frente a mí principalmente para testificarles de Cristo y ya me es imposible recordarles a cada uno. Solo algunos se han quedado muy presentes en mi mente porque ha sido mayor el tiempo que pasamos juntos o por una situación en particular que nos unió. Sin embargo, todos éllos aunque a algunos no los recuerde para mí siguen siendo motivo de oración pidiendo a Dios su bendición para salvación, que conociendo a Cristo éllos puedan experimentar el verdadero y más sublime amor y así; sus realidades en estos pueblos tan oscuros puedan cambiar ahora caminando con Jesús.


Ahora mismo, recuerdo a una mujer que discípulamos por varios años en uno de los pueblos donde hace años predicabamos. En aquella época era un inexperto de la Sierra en todos los sentidos, el peligro por la violencia estaba muy latente por aquel entonces y por aquel lugar, y cada semana por varios días mi familia y yo nos adentrabamos por caminos muy malos por dónde debiamos pasar 7 cruces de arroyos para llegar a Santa Rosa donde atendiamos a un pequeño grupo de personas mayormente indígenas «Pimas», un grupo étnico de la región. Y entre los cuáles estaba «Lorenza» la hija de Doña Elena. Como Inéxperto me costó mucho trabajo entender a estas personas que por su indiosincracia parecía que eran por naturaleza extremadamente tímidas. Pocas personas se atrevían a levantarte la mirada y se notaban muy avergonzadas cuando te acercabas a saludarlas. A menudo mis intentos de conversar con ellos terminaban en un profundo y pesado silencio que se volvía incómodo porque éllos no podían continuar la conversación debido a su timidez yo creo en gran medida producto de vivir apartados de la civilización. Así que, después de darme cuenta que estás personas eran de esta manera me dedique a predicarles confiando que el Evangelio es capaz de romper con las barreras de la comunicación para revelarles al Salvador, y romper sus tradiciones y transformar su corazón.

Fueron 3 años en este lugar, 3 años de muchas aventuras y dificultades, y entre tantas personas que conocimos recuerdo a Lorenza casi siempre llegando a la reunión con sus dos pequeños hijos. Así permanecía sin pronunciar ninguna palabra y sin levantar la mirada, pero siempre dispuesta para escuchar la Palabra. Una ocasión notabamos que acudío a la reunión con una mano vendada. Así que mi esposa que es enfermera se le acercó para averiguar que le había pasado y en fin a raíz de un accidente una herida en la mano que no se había atendido se le había infectado gravemente y le estaba supurando. Era necesario que pronto recibiera atención médica, así que decimos sacarla del rancho en las montañas donde no había atencion alguna ni medicinas, y llevarla a la ciudad para que recibiera ayuda.


Esta era la primera vez en su vida que Lorenza salía de su pueblo y se separaba de sus pequeños. Durante todo el viaje obvio no habló, pero era notorio que se sentía nerviosa. Cuando llegamos al hospital Lorenza no pudo explicar a los médicos lo que le sucedió ni tampoco proporcionar sus datos para recibir atención. Supongo que era demasiado para élla que termino llorando incontrolablemente frente a todos. Tuve que tomar al médico aparte y exponerle todo lo que yo sabía para que la pudieran ayudar a salir de esta situación.

Pero este episodio marco en algún grado mi vida, al ver frente a mi a los más pobres y vulnerables que se pueden conocer, a los olvidados, que no poseen nada y que están en los lugares mas remotos y desolados rodeados por la maldad y la ignorancia entre muchas otras cosas. Y aunque está ayuda no cambiaría en mucho su vida (llevarla al médico) pensaba en que si tan solo Cristo la salvará élla podría recibir un consuelo para afrontar sus adversas circunstancias con esperanza. Después de esto Lorenza se curo y continuo siendo fiel en su asistencia a las reuniones de predicación. Recuerdo perfectamente que no había necesidad de estar insistiendole o recordandole que debía asistir a la reunión, élla siempre llegaba por su propia cuenta sin necesidad de ejercer ninguna persuasión. Quiero pensar que tenía cierta hambre por Cristo, como suelen tener los verdaderos hijos de Dios.
Tiempo después por diversas razones tuvimos que dejar de ir a ese pueblo y otro misionero me relevo en el trabajo en aquel pueblo. Pero aún hoy, nos acordamos de todas esas personas, muchos de sus rostros están muy presentes en mi corazón y a menudo oramos porque nuestro trabajo en aquellos lugares no haya sido en vano. No se que habrá sido de Lorenza y de los demás en ese lugar, pero para su propio bien espero que sigan confiando en Jesucristo y que tal vez un día en el cielo nos podamos rencontrar otra vez.


Así como está, tengo muchas historias que contar de como DIOS nos ha guiado en todos estos años por la Sierra, y sigo confiando en que el Señor está en control y que su perfecta voluntad se está llevando acabo por medio de la predicacion en estas regiones de tanta pobreza y oscuridad espitual.


¡Siga orando por la salvación de estos pueblos para la gloria de Cristo y ore por Lorenza y los demás que permanezcan creyendo en Cristo en este difícil lugar!.


Estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.
Filipenses 1:6

Unas fotos del 2017…


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