UN DOMINGO DE IMPREVISTOS

Es cierto que los imprevistos nunca faltan pero especialmente la dificultad se presento este día del Señor cuando emprendiamos nuevamente nuestro viaje a San Juanito para llevar acabo un culto de predicación con un grupo que se está reuniendo para escuchar la PALABRA. La Sierra es hermosa, especialmente el recorrido que hacemos desde el pueblo en el que vivimos hasta este lugar está lleno de bellos paisajes de montañas y pinos. A menudo lo disfruto mucho, pero está vez no tanto.

Una falla en el auto que hacía que la fuerza del motor disminuyera y que debes en cuando se frenará nos fue causando mucho estrés durante todo el caminó.
Llegó un punto en el que no sabía que hacer, si debía continuar o desistir del viaje ya que hay partes donde no hay donde estacionarse por lo angosto del camino, y también unas pendientes muy pronunciadas que no sabía si el auto con esta falla seria capaz de subir.


En fin, pensaba que las personas nos estaban esperando para escuchar la predicación y ahora ante estas circunstancias necesitaba un verdadero milagro. Es fácil rendirse me decía a mi mismo, puedo estacionar el auto y esperar a que alguien me ayude a regresar a casa, pero estás personas se quedarían sin escuchar la Palabra de Dios esta mañana.


Y entonces, recorde una reciente conversación que sostuve con una hermana sobre el trabajo misionero que realizamos y élla me dijo: ¡Dios siempre va contigo!. Y asumí que si esto es cierto, enntonces en este momento estando en medio de la dificultad Dios en verdad estaba conmigo. Así si Dios me ha mandado a predicar a este lugar él va a hacer que yo llegue hasta allá. Ante esta verdad mi corazón cobro valor para continuar el viaje. Cuando la falla se presentaba yo me aferraba al Señor por medio de sus promesas, los Salmos en mi mente fueron la fuerza que me ayudó a maniobrar y mantener la calma cuando la situación se tornaba difícil, y aunque retrasados finalmente el Señor nos permitió llegar a nuestro destino y esa mañana pude predicar a un grupo de 13 personas que se habían congregado. El regreso a casa fue muy similar, a veces parando y otras veces avanzando muy despacio pero igual el Señor no nos abandono.
A veces esto de las misiones se ¡torna de locos!, muchos pudieran decir que no tiene sentido tomar ciertos riesgos y aventurarse de esta manera. Pero en las Escrituras vemos por ejemplo que los discípulos tomaron todos los riesgos que se pueden correr por Cristo y él nunca los abondono a «su suerte», sino que siempre estuvo con éllos, ayudándoles en todo incluso en la hora de la muerte. Esto fue así hasta que el propósito de Dios en sus vidas se cumplio.

Así, el Señor no me abandono en la dificultad y me ayudó a cumplir con mi deber está mañana del día del Señor.

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

Isaías 41:10 RVR1960

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