Este ha sido un verano muy intenso, con mucha actividad, plagado de sonrisas y de muchas preguntas. Nuestro trabajo con los niños sigue creciendo y estos días que hemos pasado más tiempo con éllos me han hecho recordar de que hubo un momento en mi vida en el cuál renuncie a la carrera de educador porque no me sentí capaz de hacerlo para irme por otros rumbos profesionales. Y sin embargo, hoy Dios me tiene aquí, haciendo eso de lo que tanto huí, pero ahora lo hago con su ayuda por supuesto y con un propósito distinto. Cómo dijo el Señor en Isaías:
«Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, Ni sus caminos son Mis caminos», declara el Señor.
Isaías 55:8
Ahora, enseño a estos niños la lección más importante que deben aprender:
¡La de temer a Dios y amar a Cristo!
Una lección que se transmite por medio de enseñar las Escrituras y que se acentúa en sus mentes con el ejemplo. A medida que trascurre el tiempo y tengo la oportunidad de convivir más de cerca con mis alumnos me doy cuenta de sus problemas y necesidades, y así me convenzo cada vez más de que la única posibilidad que éllos tienen para mejorar sus vidas efectivamente es el Evangelio.




Hablar de cada caso en particular me llevaría mucho tiempo, pero he identificado en algunos niños las secuelas del abandono y del maltrato emocional. Algunos de éstos a su corta edad andan por la vida cabizbajos, porque sus padres nunca les han afirmado lo valiosos que son. Ésto me rompe el corazón, pero también me motiva a enseñarles por experiencia que Cristo les puede satisfacer con su amor y guiarlos a una vida con significado.
Ahora, también no puedo obviar la realidad y es por eso qué tengo el objetivo muy claro.
Todo éste trabajo bien podría resultar en una cortina de humo si Dios no interviene. No se trata de mero activismo, ni de entretener a los niños, estamos hablando de algo muy serio y trascendental, donde esta en juego su eternidad. Así que nunca pierdo de vista que:
«Solo Dios puede salvarlos»
Y esto me lleva constantemente a replantearme las cosas que hago para conseguir que ésto se llegue a dar y así también depender más de la oración para pedir a Dios que él haga el milagro que solo él puede hacer. Si usted comprende ésto, ayúdeme pidiendo a Dios por la verdadera obra del Espíritu Santo en los corazones de estos pequeños.
Y así, está semana Dios nos concedió seguir trabajando en su labor, deseando que la Palabra penetre en los corazones de estos infantes para que cuando crezcan no la olviden y puedan recordar que Jesús es el camino por el cuál deben transitar, y así puedan tomar decisiones correctas que les pueden librar de las trampas que este mundo vano con sus mentiras entreteje con el fin de desviarles de la Verdad.
Por otro lado, este día del Señor seguí predicando de 1 CORINTIOS, esta vez en el capítulo 5 dónde el Incesto es el motivo de la reprensión que el apóstol Pablo hace los creyentes de esta congregación. Y mientras meditabamos en estos versos entendíamos de hasta donde puede caer una Iglesia que pierde de vista a Cristo. A tal punto de llegar a ser una comunidad aún más depravada que la comunidad pagana. Por eso Pablo dice en el versículo 1;
En efecto, se oye que entre ustedes hay inmoralidad, y una inmoralidad tal como no existe ni siquiera entre los gentiles, al extremo de que alguien tiene la mujer de su padre.
1 Corintios 5:1 NBLA
Un pecado que aún era desaprobado por su perversidad entré los paganos había encontrado su «hogar» en la propia Iglesia de Jesuscristo. Pero aún más, el orgulloso era la raíz de que esté pecado aún no no se había confrontado. Entendimos que el orgullo nos ciega y nos hace perder de vista la realidad como lo malvado y dañino que es pecado. Mientras que la humildad nos lleva aceptar nuestras faltas y a arrepentirnos. De verdad que está mañana aunque pocos fuimos desafiados no solo a desear la pureza que debe prevelacer en la Iglesia del Señor si no la de implorar a Dios que nos mantenga con una actitud humilde que nos lleve cada día a depender de Dios y así evitar estos males que ofenden a nuestro Salvador, nos dañan y acarrean mala fama hacia el cuerpo de Cristo.
También el Señor nos mostraba en su Palabra que la disciplina deberia darse de manera natural e imparcial entre todos los miembros de la Iglesia. No sabemos exactamente la razón por la cuál los Corintios no habían juzgado con anterioridad al hombre que cometió semejante falta. Algunos comentaristas concluyen que tal vez este era un hombre prominente en la congregación, quizá se trataba de alguno de los ricos de la Iglesia y que por sus favores u ofrendas los ancianos se sentían comprometidos a no ejercer la disciplina etc… No lo sabemos exactamente, pero lo que si es cierto es que en este tema nunca debemos marcar diferencias si queremos ser una Iglesia Bíblica. La disciplina es el medio que Dios estableció para preservar la pureza de su Iglesia y el método para hacer entrar en correción al transgresor a fin de que se arrepienta y su alma sea librada de la perdición eterna. Por estos motivos el no ejercerla sería un atentado contra el mandamiento de Dios y una gran falta de amor hacia el hermano que ha caído en pecado.
¡Que el Señor nos ayude a hacer lo correcto en cada caso!
Y así seguimos, esperando en el Señor y creyendo que el cumplirá su propósito en cada uno de nosotros y también en el ministerio que Él nos permite desarrollar en estos pueblos.
Dlb.
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